En lo alto, donde el viento canta,
se alza imponente la gran montaña.
Desde la cumbre su esencia aguarda,
testigo eterno de nuestra hazaña.
Un ojo abierto, fiel centinela,
nos muestra siempre su rostro altivo.
Ventana al alma de nuestra sierra,
faro de piedra, faro vivo.
Nos inspira el alba sobre su cumbre,
su nieve, su roca, su inmensidad.
Cada mirada renueva el sueño,
cada ascenso, una libertad.
Que la Maliciosa, reina y guía,
nos llame siempre a conquistar,
con cada imagen, con cada brisa,
la pasión eterna de caminar.